Carta inaugural del MUMA

El museo es acción. Puede generar vínculos, abrir preguntas, sostener procesos, intervenir en el entorno.

Desde ese lugar se funda el MUMA, en un territorio en transformación. Las forestaciones, la expansión industrial, los nuevos sistemas productivos, las tensiones ecológicas y sociales que emergen en el norte del país impulsan otras formas de mirar. Este museo surge desde el impulso de crear una estructura cultural comprometida con su entorno, en escucha activa y en diálogo constante con quienes lo habitan.

El MUMA se construye como parte de un ecosistema vivo. Bosques plantados, modelos extractivos, relaciones laborales, prácticas culturales, saberes técnicos, afectivos y comunitarios conviven en este paisaje. El museo participa de esa trama. Se estructura desde los vínculos. Se apoya en lo que emerge. Se afirma como espacio atento a las condiciones presentes.

La madera habilita una práctica situada. Es materia transformada, experiencia concreta, recurso compartido. En este museo, la madera permite pensar desde el hacer, imaginar desde el cuerpo, vincularnos desde lo sensible y desde lo estructural. También convoca a mirar las formas de producción, las condiciones del entorno, las decisiones que definen cómo habitamos.

El museo se plantea como una práctica activa con implicancias locales, regionales, nacionales y globales. El trabajo con las comunidades cercanas forma parte de una red más amplia de relaciones e interdependencias. Las decisiones que afectan este territorio dialogan con marcos nacionales de política pública, con circuitos de circulación cultural, con cadenas productivas transnacionales, con urgencias ecológicas globales. El MUMA opera desde aquí, en cruce con todas esas escalas.

Los proyectos culturales, cuando se construyen desde el territorio, sostienen procesos de creación, de cuidado, de aprendizaje. Articulan cultura, ecología y economía. Habilitan continuidad, presencia, sentido compartido. Un museo ofrece herramientas para pensar en colectivo, para activar desde lo común, para acompañar transformaciones.

El MUMA forma parte de una construcción abierta, implicada en cada etapa del proceso. El MUMA se crea con personas e instituciones diversas, con personas vinculadas a la madera, artistas, docentes, estudiantes, habitantes del entorno y visitantes provenientes de otros territorios. Cada gesto forma parte del museo. Cada vínculo amplía su sentido.

La fuerza de este proyecto está en su capacidad de actuar con el entorno. Cada decisión curatorial, cada programa, cada encuentro con escuelas, centros culturales, organizaciones forestales, cooperativas o colectivos artísticos abre una posibilidad nueva. La diversidad de recorridos enriquece el presente. La multiplicidad de voces configura la dirección del museo.

El museo se despliega en el tiempo. Se forma con el cuerpo, con la escucha, con la atención. Cada exposición, cada actividad, cada conversación amplía el campo compartido. La materia con la que se trabaja está viva.

Pensar con los territorios implica atender sus sistemas, sus ritmos, sus memorias, sus relaciones. También implica asumir las escalas que los atraviesan. La práctica museal puede ser una forma de articular ese entramado, de sostener procesos, de generar herramientas compartidas.

Con la apertura de puertas, extendemos una invitación abierta a todos los públicos: vecinos, visitantes, artistas, artesanos, personas curiosas, oficiantes de la madera, docentes, estudiantes, investigadores, integrantes del sector forestal, de espacios culturales, educativos, científicos, movimientos sociales, gobiernos locales y redes internacionales. Este museo se imagina como una estructura viva y disponible para proyectar en conjunto, para cruzar experiencias, para accionar en red.

Como las raíces de los árboles que se conectan bajo tierra, lo que aquí se activa crece de forma persistente. Cada cruce genera comunidad, pensamiento, intercambio, cuidado del entorno y sentido compartido. Esa es la apuesta que inauguramos.

El MUMA está abierto.

Proyectos culturales y madera: un modelo para la transformación social y territorial

La cultura contemporánea ha trascendido su rol tradicional como expresión estética o entretenimiento, convirtiéndose en una herramienta poderosa para el cambio social y territorial. Proyectos culturales que utilizan recursos locales como la madera ofrecen un modelo eficaz para potenciar una región desde múltiples dimensiones: social, económica, ambiental y simbólica.
El MUMA (Museo de la Madera), ubicado en Rivera, Uruguay, es un ejemplo concreto de cómo estas iniciativas culturales pueden materializarse en un territorio específico, demostrando el potencial transformador que tienen cuando se implementan de manera estratégica e integrada.
Dinámica territorial y cohesión social. La utilización de recursos locales como la madera en proyectos culturales y comunitarios, como sucede en el MUMA, fomenta la cohesión social al involucrar directamente a las comunidades en procesos creativos y productivos. Estas dinámicas generan interacciones positivas, fomentan el intercambio de saberes tradicionales y contemporáneos, y fortalecen vínculos intergeneracionales. A través de talleres de carpintería o residencias artísticas, la población local se convierte en protagonista activa de su propio desarrollo, creando una identidad territorial sólida y compartida.

Desarrollo económico local sostenible. Los proyectos culturales centrados en recursos locales como la madera, como los impulsados por el MUMA, fomentan una economía local basada en el conocimiento específico del territorio y en el uso sostenible de sus recursos. Al promover oficios relacionados con la madera —desde la artesanía hasta el diseño contemporáneo—, estas iniciativas ofrecen oportunidades laborales significativas que retienen talento y generan emprendimientos locales. Esto contribuye directamente al desarrollo económico, favoreciendo una distribución equitativa de la riqueza y potenciando economías circulares regionales.

Conciencia ambiental y prácticas sostenibles. El empleo de la madera, cuando se realiza bajo principios sostenibles, tiene la virtud adicional de promover conciencia ambiental. Los proyectos culturales, como los realizados en el MUMA, generan diálogos sobre el manejo responsable del bosque, la importancia de preservar la biodiversidad y la implementación de prácticas constructivas ecológicas. Esta dimensión educativa fomenta ciudadanos más conscientes, capaces de replicar estos aprendizajes en otras esferas de su vida cotidiana.

Potenciación simbólica y valor patrimonial. Trabajar con la madera en contextos culturales permite revalorizar y resignificar un recurso tradicional desde una perspectiva contemporánea. Esculturas en madera instaladas en espacios públicos, exposiciones y archivos documentales especializados, como los que alberga el MUMA, generan narrativas que fortalecen la identidad local, resaltando su singularidad en un contexto globalizado.

Los proyectos culturales centrados en la madera, ejemplificados por el MUMA, representan un modelo integral para la transformación regional: cohesionan comunidades, dinamizan la economía local, fomentan la sostenibilidad ambiental y potencian el valor simbólico del territorio. Constituyen ejemplos efectivos y replicables para territorios que buscan redefinir su desarrollo desde una perspectiva integral, sustentable y culturalmente significativa.