TAMARA CUBAS Y EL MUSEO DE LA MADERA

memoria, territorio y comunidad

La inminente apertura del MUMA – Museo de la Madera, en Campo Arte, Rivera, trae consigo una historia extensa y singular, que tiene como figura central a la artista y gestora cultural uruguaya Tamara Cubas. Este museo no aparece como una ocurrencia aislada o una iniciativa improvisada, sino que condensa una larga trayectoria vital y artística vinculada profundamente al territorio, la madera y la comunidad.

El recorrido de Cubas con la madera comienza en los primeros años de la década de 1990, justo cuando ella ingresaba a la universidad y su padre, impulsado por la Ley Forestal uruguaya, iniciaba plantaciones de eucaliptos en Rivera. Durante más de veinte años, la familia participó activamente en todas las etapas del proceso forestal: desde la plantación hasta la cosecha y el procesamiento en aserradero, estableciendo un vínculo íntimo y material con el bosque y su transformación económica y territorial. El terreno donde hoy se ubican Campo Arte y el propio museo es, precisamente, parte de aquellas tierras forestadas por su padre, marcando así una continuidad familiar y económica palpable en el espacio físico que ocupa el proyecto.

Paralelamente, Cubas desarrolló una relación temprana y creativa con la madera. A los veinte años incursionó en la talla, experimentando por primera vez con el material desde un enfoque artístico. Más adelante, en 2006, al nacer su primer hijo, creó “Mondongo”, un emprendimiento de juguetes donde la madera fue uno de los materiales protagonistas. En esta iniciativa, no solo producía y vendía juguetes artesanales, sino que también realizaba talleres para niños, acercándose así al aspecto comunitario que luego atravesaría gran parte de su producción artística.

En su carrera escénica, la madera apareció siempre con fuerza simbólica. Ejemplo clave es su reconocida “Trilogía Antropofágica” (2017-2018), integrada por tres obras ("Permanecer", "Resistir", y "Avasallar") en las cuales el suelo de madera aserrada, muros de madera y finalmente carbón, constituyeron una escenografía cargada de potencia política y comunitaria. Del mismo modo, en su posterior obra “Sea of Silence”, la raíz de un árbol suspendida desde el techo evocó una ritualidad profunda, conectando la escena teatral con una memoria ancestral del bosque y del territorio.

Desde 2018, Cubas profundizó además su exploración artística utilizando el propio monte de eucaliptos familiar como un laboratorio escénico y visual. Allí llevó a cabo residencias creativas, acciones fotográficas, audiovisuales y prácticas artísticas como el tejido físico de árboles; desde entonces, este bosque ha sido el escenario principal para la creación y experimentación de sus obras escénicas y proyectos culturales. El propio salón de trabajo, llamado El Troyano, fue construido en madera como resultado de una investigación sobre arquitectura y construcción colaborativa junto al estudio Atmósfera de Montevideo.

Su experiencia en gestión pública también fue crucial para entender la dimensión comunitaria del MUMA. Desde el 2005, Cubas trabajó en el Ministerio de Educación y Cultura (MEC), donde creó y dirigió programas estratégicos como PLATAFORMA y el Festival Internacional de Artes Escénicas del Uruguay (FIDAE). Pero fue en 2017, cuando decidió radicarse en Rivera y fundar Campo Abierto, que empezó a activar culturalmente el territorio de forma autónoma. Un año más tarde, en 2018, creó el Festival de la Madera, evento interdisciplinario que convoca desde entonces a arquitectos internacionales, estudiantes de la Universidad de la República y, más recientemente, de la Universidad Católica del Uruguay, además de comunidades locales. Desde allí, impulsó innumerables proyectos como Nido, Encuentro Internacional de Artes Vivas, y Purahei, campamento musical destinado a adolescentes, entre otros. A través de estos programas, logró canalizar fondos públicos y aportes del sector empresarial privado, implementando un modelo de gestión innovador que incluye la colaboración entre instituciones culturales públicas y privadas uruguayas, así como alianzas internacionales con el Goethe-Institut de Alemania, el Centro Cultural de España, y diversas fundaciones finlandesas. La madera, en todos estos casos, se transformó en una herramienta colectiva para pensar, activar y generar un impacto positivo en el territorio.

La dimensión social del proyecto se profundizó con los talleres y acciones desarrollados en la cárcel local (Unidad Nº12, Cerro Carancho), donde desde el inicio de Campo Abierto se implementaron experiencias en teatro, danza, música, audiovisual y carpintería colaborativa, utilizando la madera como un medio pedagógico, socializador y artístico en contextos vulnerables. En 2024, junto al artista Federico Lagomarcino, Cubas inició el proyecto artístico “100x100x100”, una obra situada específicamente en Campo Arte, donde un área de cien por cien metros funciona como un bosque simbólico, espacio de creación, investigación y reflexión orientado hacia los próximos cien años.

La dimensión comunitaria que atraviesa toda la obra de Cubas se manifiesta claramente en proyectos emblemáticos como Multitud y Ofrenda para un monstruo, donde la creación artística es concebida desde una perspectiva colectiva y participativa. En estas obras, los participantes no solo interpretan, sino que construyen la escena desde sus propias memorias, cuerpos y experiencias. Este enfoque metodológico que Cubas desarrolla en múltiples contextos geográficos y culturales refuerza la noción de que el arte es un espacio de encuentro social, memoria compartida y transformación colectiva, perspectiva fundamental que atraviesa hoy cada acción y proyecto del MUMA.

La llegada en 2021 de la colección Solum Donas, cedida en custodia por los hijos del artista costarricense tras su fallecimiento, significó otro hito clave. Las más de 600 esculturas, la mayoría en madera, encontraron en el territorio un espacio donde resonar simbólicamente con el paisaje circundante y la memoria colectiva, conformando hoy la exposición permanente del MUMA.

Todos estos caminos —lo familiar, lo económico, lo artístico, lo social, lo territorial y lo comunitario— convergen naturalmente en el MUMA. Este museo no se presenta únicamente como un espacio expositivo tradicional, sino como un laboratorio vivo que piensa la madera desde múltiples perspectivas: la materialidad, la identidad, la sostenibilidad y la comunidad. Es, en definitiva, la culminación lógica de un recorrido vital y artístico único que Tamara Cubas ha tejido a lo largo de más de treinta años, transformando estas diez hectáreas en un centro cultural activo, donde la madera funciona como símbolo, territorio y lugar de encuentro. Aquí consolida su práctica más profunda: la lectura sensible del territorio y el tejido simbólico, tal como hacía anteriormente con los árboles del bosque.

El MUMA abre sus puertas no solo como una institución dedicada a la exhibición, conservación e investigación sobre la madera, sino sobre todo como un espacio dinámico de creación, reflexión y vida comunitaria. Se trata de un proyecto coherente y profundamente arraigado en la trayectoria de Cubas, quien desde múltiples ámbitos —familiar, artístico, social y territorial— ha ido construyendo una visión integral sobre el papel simbólico y material de la madera. En cada obra, cada espacio y cada propuesta educativa del museo se refleja esta perspectiva integradora, proyectando hacia el futuro un diálogo permanente entre memoria y transformación, identidad y territorio, comunidad y creación artística.

El sólido recorrido del proyecto y el probado modelo de gestión interinstitucional y multisectorial, generan además un contexto seguro y atractivo para las inversiones privadas y las empresas que buscan involucrarse en iniciativas culturales con impacto social, sustentabilidad ambiental y proyección internacional. En este sentido, el MUMA ofrece una oportunidad única de formar parte de un proyecto cultural consolidado, innovador y con garantías de crecimiento y visibilidad futura.